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martes, diciembre 07, 2004

(8) Dentro de los universos pulsantes, "Un caso extraordinario"

Crónica de un viajero del espaciotiempo pulsante

Primera parte

Ernesto Bebilaqua Tenía los ojos verdes y la mirada triste.
Sentado en la mecedora de mimbre del hospital neurosiquiátrico de Buenos Aires, tomaba a sorbos la Pepsi que le había llevado. Estábamos bajo un frondoso árbol de no se que especie, que sí sé, nos daba sombra y protegía de los inclementes rayos solares de diciembre.
No había estado muy comunicativo conmigo la primer hora de la visita, ahora, la gaseosa parecía ser el combustible que necesitaba para desactivar su desinterés por el tema que me había impulsado a entrevistarme con el, y a poner en marcha lentamente lo que fuera en otros tiempos su poderoso cerebro. Por un momento me dio la impresión que escapaba de la modorra de de los últimos meses e intentaba regresar al mundo de los que pensamos ser cuerdos.
Sus ojos adquirieron el brillo característico de las personas vivas, por fin me miró, y dijo:
-Arnaldo, se que sos parecido al Arnaldo que yo conozco, que son casi iguales, por no decir igualitos, pero no sos el mismo. Pará, no me digas nada, te escuché hablar durante casi tres meses, te escuchaba y no podía contestarte, mi cerebro estaba embotado, embarullado, arrugado, sin fuerzas. Tenía miedo, me daban ataques de terror y seguramente me comportaba como un loco. Arnaldo, no hay nada más horrible que lo desconocido, que ironía, te estoy hablando como si fueras mi Arnaldo, mi amigo de toda la vida, pero se que no lo sos, y también se que vos ignorás que somos de mundos diferentes, por otra parte se que esto no es una trampa para tenerme encerrado en este hospital, como sería lógico que pensara, como te decía, en estos momentos vos sos la persona a la cual intento aferrarme para no cometer alguna locura, en apariencia tenés todos los atributos de mi amigo, espero no equivocarme en mis apreciaciones, pues si así lo hiciera, seguramente esto que me está sucediendo no sería otra cosa que un sueño macabro, algo ideado por una mente maquiavélica para someterme a su voluntad.
Me parece que estoy muy melodramático, ¿no? , ya casi hablo como uno esos chiflados de folletines de cuarta, de los cuales nos reíamos en las buenas épocas de nuestras interminables noches de café, que digo, no quiero ser redundante, pero...
La oportuna llegada de una enfermera hizo que mi amigo parara su desahogo, y luego de recordarme que en quince minutos debía retirarme, apenas se fue, pude meter un bocadillo.
-Ernesto, supongamos que es cierto lo que me dicís, después de todo no tengo por que no creer lo que me estás tratando de contar, ¿acaso no hemos hablado y discutido infinidad de veces de temas filosóficos, científicos, de casos paranormales, y hasta de fantaciencia?, o por lo menos creo que lo habrás hecho con el que decís soy el sosías, el doble, el clon, o como lo queramos llamar, te propongo que empecemos por el principio, si te parece, contame todo lo que te ocurrió, desde el primer momento hasta que, bueno hasta...
-Hasta que me encontraron gritando como un loco en plena calle corrientes un sábado a las nueve de la noche. Si, empecemos por el principio. Poné el grabador.

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